Visión Universitaria


Visión universitaria, es un espacio dedicado a informar y analizar sobre temas de actualidad sobre el acontecer universitario en Venezuela. También, es la viva expresión de una corriente de pensamiento universitario que busca una verdadera transformación en el ámbito académico, político, administrativo, social, cultural y deportivo, de las universidades venezolanas, centrando esfuerzos en el porvenir de un mundo disruptivo.
¡Te invitamos a compartir experiencias y dejarnos recomendaciones y opiniones de como podemos hacer de nuestra Unive, una institución de alto nivel académico, a la orden de la comunidad universitaria y la sociedad en general!


Estimados miembros de la Escuela de Relaciones Industriales de la Universidad de Carabobo, de parte del Colegio de Economistas del estado Carabobo y todos sus agremiados, reciban un cordial saludo y nuestras sinceras felicitaciones en ocasión del 56° aniversario de la fundación de esta insigne escuela. Es un honor para nosotros reconocer la trayectoria y el prestigio de esta institución, que nació gracias a la gestión y dirección del insigne Doctor Ezequiel Vivas Terán, y que se ha consolidado como la principal Escuela de Relaciones Industriales a nivel nacional con proyección internacional.

La Escuela de Relaciones Industriales ha formado y desarrollado profesionales en el área del Talento Humano, capaces de gerenciar exitosamente el capital humano de las organizaciones, propiciando el desarrollo de competencias que les permitan insertarse adecuadamente al mundo laboral globalizado. Sus egresados se han destacado por su excelencia, pertenencia, integridad, innovación constante y calidad, valores que han sido inculcados por un cuerpo de docentes y de personal administrativo altamente calificado con amplia experiencia y espíritu proactivo.

La Escuela de Relaciones Industriales ha contribuido al desarrollo social y económico del país, a través de la investigación, la extensión, la consultoría y la responsabilidad social. Sus dependencias han generado conocimiento y soluciones en áreas como la protección integral y seguridad industrial, la legislación y relaciones laborales, la seguridad social, la evaluación de desempeño, la auditoría social, la imagen y comunicación corporativa, entre otras.

En este día tan especial, quiero expresarles mi admiración y respeto por la labor que realizan día a día, y mi deseo de que sigan cosechando éxitos y reconocimientos. La Escuela de Relaciones Industriales es un orgullo para la Universidad de Carabobo y para el país. Feliz aniversario.

Prof. Robert Parga
Presidente del Colegio de Economistas del Estado Carabobo


La importancia del consenso para las elecciones universitarias

Se acerca el lapso de inscripciones de candidatos para las elecciones de autoridades rectorales y decanales de la Universidad de Carabobo, a realizarse el próximo 15 de noviembre. Este es un momento histórico para la comunidad universitaria, que lleva más de una década sin poder elegir a sus representantes debido a las limitaciones judiciales que se han impuesto y a la falta de garantías electorales.

Sin embargo, no basta con tener la voluntad de participar en este proceso democrático. Se necesita también alcanzar el consenso como factor fundamental para lograr el triunfo. El consenso implica la búsqueda de acuerdos entre los distintos sectores que conforman la universidad, respetando la pluralidad y la diversidad de opiniones. El consenso no significa renunciar a las propias convicciones, sino dialogar con el otro para encontrar puntos en común que permitan construir una propuesta unitaria y coherente.

El consenso es necesario por varias razones. En primer lugar, porque fortalece la legitimidad y la representatividad de los candidatos, al contar con el respaldo de una amplia mayoría de la comunidad universitaria. En segundo lugar, porque facilita la movilización y la participación de los electores, al generar confianza y entusiasmo en el proyecto que se defiende. En tercer lugar, porque reduce el riesgo de división y fragmentación interna, al evitar las confrontaciones innecesarias y los enfrentamientos estériles.

El consenso no se logra de la noche a la mañana, ni se impone por decreto. El consenso se construye con paciencia, con tolerancia, con respeto y con voluntad política. El consenso requiere de espacios de diálogo y negociación, donde se escuchen las voces de todos los actores involucrados: profesores, estudiantes, empleados, obreros, egresados, jubilados. El consenso demanda también de criterios objetivos y transparentes para la selección de los candidatos, basados en el mérito académico, la trayectoria profesional, la capacidad de gestión y el compromiso social.

Como demócrata puedo afirmar que el consenso es la clave para el éxito en las elecciones universitarias. Por eso, hago un llamado a todos los sectores que conforman la Universidad de Carabobo a trabajar por el consenso, a dejar a un lado las diferencias y los intereses particulares, y a poner por encima el bienestar colectivo y el futuro de nuestra alma mater. Las mezquindades y egoísmos no tienen cabida en este proceso histórico, por lo cual, de no ser el elegido, estoy ganado con total desprendimiento de mi candidatura, a apoyar a aquel candidato que sea electo por la comunidad universitaria para contender por gerenciar en los próximos años nuestra amada Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.

La Universidad de Carabobo merece tener unos candidatos elegidos por su propia comunidad, no impuestos y que defiendan su autonomía, su calidad y su pertinencia social. La Universidad de Carabobo merece tener unas autoridades que sean capaces de enfrentar los retos y las dificultades que se presentan en el contexto actual del país. La Universidad de Carabobo merece tener unas autoridades que sean garantes de la paz, la convivencia y el progreso.

Por eso y por más, trabajemos por el consenso. Porque el consenso es sinónimo de unidad, de democracia y de victoria.

¡Seguimos Avanzando!

Prof. Robert Parga


El consenso y el histórico triunfo de nuestra Vinotinto: lecciones del fútbol para la Universidad

Como ya se sabe, el próximo mes de noviembre se tiene previsto realizar las elecciones de autoridades universitarias en la Universidad de Carabobo (UC), luego de 15 años sin un proceso electoral. Sin embargo, este proceso se ve amenazado por la posible suspensión jurisdiccional, debido a un recurso de nulidad interpuesto por algunos actores de la comunidad universitaria ante la sala electoral del TSJ. El motivo de este recurso es que no se ha buscado previamente un consenso entre los distintos sectores que hacen vida en nuestra Alma Mater. Así, nos encontramos en una situación donde algunos se sienten vulnerados en sus derechos electorales y desean que el proceso no continúe, y otros, entre los que me incluyo, que apostamos a tener al fin un proceso electoral que nos permita ocupar espacios gerenciales en nuestra universidad, ya que por años se nos ha arrebatado este derecho por el interés oscuro de algunos que no quieren que la universidad se legitime, esos mismos que le temen a la autodeterminación de la cual goza. Si desde el principio hubiéramos alcanzado verdaderos acuerdos en torno al llamado a elecciones en la UC, hoy no estaríamos deshojando la margarita en el balcón de las esperanzas.

Por otro lado, la discusión no se basa solamente en hacer elecciones, sino también en definir un candidato único que represente los intereses y las aspiraciones de todos los que hacemos vida en la UC. El universitario está cansado de la confrontación, no quiere más enfrentamientos políticos que persiguen hacerse con la mayor cuota de poder, al propio estilo de los reyes de la edad media que provocaban guerras para hacerse con los feudos y castillos de sus adversarios. Por el contrario, aspira a que quienes tienen la intención de dirigirlo muestren un interés superior a sus intereses personalistas, aquel que busca el beneficio del colectivo. Por eso, la gran mayoría apuesta a que una vez por todas se logre el tan ansiado acuerdo que destranque el juego político en la Universidad de Carabobo y se pueda llevar unas elecciones a feliz término.

Ayer, nuestra selección de fútbol mayor, la vinotinto, dio muestras de que el consenso también se puede aplicar al ámbito deportivo, especialmente a esta disciplina deportiva, que se ha convertido en una pasión nacional. El triunfo histórico de ayer es ejemplo de ello. Ganamos ante Chile por 3-0 en las eliminatorias al Mundial 2026, siendo la primera vez que Venezuela le gana por esa diferencia de goles y la segunda vez que lo hace en su historia. El resultado fue fruto del trabajo en equipo, la entrega, la disciplina, la confianza y sobre todo; los acuerdos.

La selección venezolana demostró que con consenso se pueden lograr grandes cosas. El técnico Fernando “Bocha” Batista supo armar un grupo cohesionado, con jugadores comprometidos y con talento. Para ello, la Federación Venezolana de Fútbol jugó un papel fundamental, ya que permitió la autodeterminación del equipo, donde cada uno estuvo de acuerdo en las responsabilidades del otro y en el aporte que debían hacer como conjunto para alcanzar el éxito. Por ejemplo, el capitán Salomón Rondón fue el líder dentro y fuera de la cancha, anotando el segundo gol con una magistral definición a pase de Soteldo, con lo cual celebraba su centésima participación con la camiseta vinotinto. Su responsabilidad recayó en mostrar la fortaleza y el empuje en la delantera, cosa que hizo con una exquisitez inigualable. Los demás integrantes del equipo también aportaron su granito de arena, desde los experimentados hasta los debutantes, hicieron que el juego fluyera equilibradamente, encajando cada pieza a la perfección, lo que le dio una sensación de armonía y vistosidad que no se había visto antes.

Una de las más destacadas fue Jefferson Soteldo, quien marcó el primer gol ante pase del brujo Martínez. Soteldo, quien juega como centrocampista en el Santos F.C. del Campeonato Brasileño de Serie A, mostró su habilidad, velocidad y desequilibrio durante todo el partido. Fue un dolor de cabeza para la defensa rival y un socio perfecto para Rondón y Machís en el ataque. Soteldo, además de ser el motor que construye las opciones de gol en la selección, es uno de los referentes de esa nueva generación de futbolistas venezolanos que se ilusionan con clasificar al primer Mundial de su historia. Es una pieza fundamental para alcanzar los acuerdos para el ataque en el dibujo táctico del director técnico.

Esta magistral presentación de todos ellos, demuestra que el consenso y el triunfo son dos conceptos que se relacionan entre sí. Sin consenso no hay triunfo posible, y sin triunfo no hay consenso duradero. El fútbol nos ha dado lecciones de cómo se puede alcanzar el consenso y el triunfo con esfuerzo, dedicación y voluntad. Ojalá que este ejemplo sirva para inspirar a la universidad y demás sectores de la sociedad venezolana, que tanto lo necesitan.

Por último, quiero aclarar que el consenso no es un cliché político como algunos lo han querido hacer ver, por el contrario, es la capacidad que tenemos como sociedad de llegar a acuerdos mediante el diálogo, el respeto y la tolerancia. Es un valor fundamental para la convivencia pacífica y el desarrollo social. En tiempos de polarización y confrontación, el consenso se hace más necesario que nunca. Por eso, el ejemplo de nuestra vinotinto, debe ser tomado como una referencia para el resto del país, si verdaderamente estamos interesados en alcanzar el bienestar para todos y lograr el éxito.

¡Arriba nuestra vinotinto!

Seguimos avanzando.

Prof. Robert Parga


¿Cómo reformar los pensa de estudios de las carreras universitarias en Venezuela?

La Reforma curricular es un proceso de cambio y mejora de los planes de estudio de las carreras universitarias, que busca adecuarlos a las demandas y desafíos del entorno. La Reforma curricular no es sólo un asunto técnico o administrativo, ni de buenas intenciones y esperanzas, sino también; un asunto político y social, que implica la participación de todos los actores involucrados en el sistema educativo nacional: estudiantes, docentes, obreros, empleados, egresados, empresarios, autoridades universitarias, Estado, sociedad civil, entre otros.

Para tener una verdadera Reforma curricular que coloque nuestra oferta académica dentro del contexto tecnológico y de la economía doméstica y mundial, que genere cambios en las necesidades sociales, se requiere entre otras cosas lo siguiente:

  • Una visión compartida y consensuada sobre el perfil profesional que se quiere formar, los objetivos educativos que se persiguen y las competencias que se desean desarrollar. Esta visión debe estar basada en el análisis del mercado laboral, las tendencias globales, los avances científicos y tecnológicos, y los principios y valores de la sociedad venezolana. No puede nacer de la experiencia de unos pocos, debe ser el trabajo colaborativo de todos los sectores, representados en quienes tienen la capacidad y actitud suficientes para sumar a esta empresa.
  • Una metódica participativa y flexible que permita el diálogo, la consulta y la retroalimentación entre los diferentes actores del proceso. Esta metódica debe facilitar la identificación de las fortalezas y debilidades de los pensa actuales, la definición de los criterios y estándares de calidad, la formulación de propuestas de cambio, la evaluación de su pertinencia y factibilidad, y la implementación y seguimiento de las acciones de mejora. En la década de los años 90′, tuve la oportunidad de participar como Representante estudiantil en la última Reforma curricular que se ha realizado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo. Fue un proceso complejo dónde se consideró la propuesta de cada sector participante y que resultó en un diseño curricular que daba respuestas a lo que en su momento exigían los nuevos paradigmas laborales en Venezuela.
  • Un compromiso institucional y social que garantice el apoyo político, financiero y técnico al proceso. Este compromiso debe asegurar la asignación de recursos humanos, materiales y financieros suficientes para llevar a cabo la Reforma curricular, así como la creación de mecanismos de coordinación, comunicación y difusión que permitan su gestión eficiente y transparente.
  • Una cultura de innovación y calidad que promueva el aprendizaje continuo, la actualización permanente y la evaluación sistemática del proceso. Esta cultura debe fomentar la creatividad, la experimentación y la adaptación a los cambios, así como el uso de las tecnologías de la información y la comunicación como herramientas para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Estos son algunos de los elementos que se necesitan para tener una verdadera Reforma curricular. Solo así podremos formar profesionales capaces de responder a las exigencias y oportunidades del mundo actual, con una visión crítica, ética y solidaria.

Cualquier propuesta para avanzar desde este ámbito, debe considerar que se requiere contar con equipos tecnológicos adecuados y recursos financieros suficientes. Los equipos tecnológicos incluyen computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes, proyectores, pizarras interactivas, cámaras, micrófonos, audífonos, entre otros, que permitan a docentes y estudiantes el acceso y uso de las plataformas digitales de aprendizaje, tanto presencial como a distancia. Los recursos financieros incluyen el presupuesto asignado a las universidades por el Estado, así como las fuentes alternativas de financiamiento, tales como las donaciones, los convenios, los proyectos, las tasas académicas, las Unidades Generadoras de Ingresos, entre otros, que permitan cubrir los costos operativos y de inversión de la Reforma curricular. Estos equipos tecnológicos y recursos financieros son indispensables para garantizar la calidad y la equidad de la educación. No abordar esta discusión desde el principio, convierte cualquier buena iniciativa en una utopía.

Para terminar, en mi opinión, las universidades venezolanas enfrentan un gran reto para hacer un cambio verdadero y efectivo de los pensa de estudios, que les permita adecuarse a estos nuevos tiempos. Para ello, no solo se requiere contar con lo expresado anteriormente, sino también con una voluntad política, una visión compartida, una metódica participativa y una cultura de innovación y calidad, que involucre a todos los actores del sistema educativo. En varias universidades venezolanas, se han iniciado algunos procesos de Reforma y transformación curricular, pero aún enfrentan dificultades y resistencias para su implementación y consolidación por falta de voluntad de sus actores. Por lo tanto, se hace necesario fortalecer el diálogo, la cooperación y el compromiso entre las universidades, el Estado y la sociedad en general, para construir una verdadera Reforma curricular que coloque nuestra oferta académica dentro del contexto actual.

Trabajando unidos lo lograremos.

¡Seguimos avanzando!

Prof. Robert Parga


Para este reinicio de actividades en la UC

La comunidad universitaria de la Universidad de Carabobo (UC) vivimos una realidad difícil y compleja, que afecta nuestra calidad de vida y el desempeño académico y laboral. Los bajos salarios, las limitaciones con el transporte, la falta de recreación, el problema de acceso a la salud y a los servicios básicos, entre otros, son algunos de los obstáculos que debemos enfrentar a diario.

Ante esta situación, es necesario que no nos dejemos vencer por el desánimo y la resignación, sino que busquemos alternativas y soluciones creativas y solidarias. Algunas de las propuestas que podemos considerar son:

  • Realizar alguna actividad extra que nos genere recursos. Los ucistas tenemos talentos y capacidades que podemos aprovechar para generar ingresos adicionales, ya sea ofreciendo nuestros servicios profesionales, vendiendo productos artesanales, o impartiendo clases particulares, entre otros. Estas actividades podemos realizarlas de forma presencial o virtual, según las posibilidades y preferencias de cada uno. En este último aspecto, es importante el apoyo de nuestros superiores para disponer del tiempo necesario que nos permita realizar esas actividades extralaborales.
  • Acompañamiento de las autoridades en los problemas cotidianos que nos afectan, sobre todo los referentes a la salud. Los ucistas necesitamos sentir el respaldo y el apoyo de nuestras autoridades universitarias, que deben velar por el bienestar y la seguridad de todos. A fin de cuentas, forma parte de la responsabilidad adquirida por cada uno de ellos al momento que decidieron ser parte de la gerencia universitaria. Por ello, es importante que establezcan mecanismos de comunicación y atención con la comunidad ucista, para conocer nuestras necesidades y ofrecernos soluciones. Por ejemplo, facilitarnos el acceso a medicamentos, atención médica primaria, asesoría legal, entre otros, con recursos propios o alianzas con terceros para lograrlo.
  • Nuestra participación en redes y organizaciones sociales que defienden derechos y promueven el cambio de nuestra crítica situación, es fundamental. Los ucistas no estamos solos ni aislados en la lucha. Hay otras personas e instituciones que comparten nuestros ideales y demandas, y que pueden sumarse a las acciones. Es conveniente que sepamos que integrándonos a estas redes y organizaciones sociales, podemos fortalecer nuestra voz y generar una mayor incidencia sobre los tomadores de Políticas públicas del país. Por ejemplo, sindicatos, asociaciones civiles, organizaciones sin fines de lucro, movimientos estudiantiles, entre otros, son un apoyo importante para lograr los cambios que necesitamos.

Estas son solo algunas sugerencias para arrancar las actividades en este año 2023. Lo importante es que cada uno de nosotros se sienta parte de una familia que se respeta, se valora y se apoya mutuamente. La UC es más que una universidad, es una forma de vida. ¡Viva la UC!

Prof. Robert Parga


¿Cuál es el mayor reto de un estudiante universitario en Venezuela?

Venezuela es un país que atraviesa una grave crisis política, económica y social desde hace varios años. Esta situación ha afectado a todos los sectores de la sociedad, pero especialmente a los jóvenes que buscan formarse y desarrollarse profesionalmente. Ser estudiante universitario en Venezuela implica enfrentar una serie de desafíos que van más allá de lo académico, y que ponen a prueba la capacidad de adaptación, resistencia y esperanza de los futuros profesionales.

Uno de los principales retos que enfrentan los estudiantes universitarios en Venezuela es el acceso a la educación. Según el informe del Observatorio Venezolano de Universidades (OVU) del año 2021, el 70% de las universidades públicas del país presentaron problemas de infraestructura, equipamiento, servicios básicos y seguridad. Además, el presupuesto asignado a las universidades se redujo en un 90% entre 2013 y 2020, lo que dificulta el pago de salarios dignos al personal docente y administrativo, así como la realización de actividades de investigación, extensión y cultura. Estas condiciones han provocado el cierre temporal o definitivo de algunas carreras, facultades e incluso universidades, así como la migración masiva de profesores y estudiantes hacia otros países.

Otro reto que enfrentan los estudiantes universitarios en Venezuela es el costo de la vida. La hiperinflación, la escasez y la devaluación del bolívar han hecho que los precios de los bienes y servicios se disparen, mientras que los ingresos de las familias se han deteriorado. Según el Centro de Documentación y Análisis Social (CENDAS) de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), la canasta alimentaria familiar se ubicó en 511,20 dólares para junio de 2023. Esto significa que se necesitan más de 100 salarios mínimos para cubrir solo la alimentación básica de una familia promedio. El salario mínimo mensual en Venezuela es de 130 bolívares, que equivalen a 4,48 dólares según la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV). Estos datos muestran la grave situación económica y social que atraviesa el país.

Un tercer reto que enfrentan los estudiantes universitarios en Venezuela es el clima social y político. El país vive una profunda polarización entre el gobierno y la oposición, que ha generado conflictos, protestas, represión, violencia y violaciones a los derechos humanos. Según el informe anual 2023 de la organización no gubernamental Provea, el año pasado se registraron 11.456 manifestaciones en todo el territorio nacional, de las cuales el 32% fueron reprimidas por los órganos de seguridad del Estado. Además, se documentaron 638 casos de detenciones arbitrarias y 24 casos tratos crueles e inhumanos. Estos hechos afectan directamente a los estudiantes universitarios, que son uno de los sectores más activos y críticos de la realidad nacional.

Ante estos retos, los estudiantes universitarios en Venezuela tienen que desarrollar estrategias para sobrevivir y continuar con sus proyectos educativos y personales. Algunas de estas estrategias son: buscar becas o apoyos financieros dentro o fuera del país, combinar los estudios con el trabajo o el emprendimiento, participar en redes solidarias o movimientos sociales, aprovechar las oportunidades de formación virtual o presencial que ofrecen otras instituciones o países, y mantener una actitud positiva y optimista frente al futuro.

Ser estudiante universitario en Venezuela no es fácil, pero tampoco imposible. A pesar de las adversidades, muchos jóvenes siguen apostando por la educación como una herramienta para transformar sus vidas y su entorno. Estos jóvenes son un ejemplo de valentía, perseverancia y compromiso con el país. Ellos merecen todo el reconocimiento y el apoyo posible para seguir adelante con sus sueños.

Prof. Robert Parga


¿Qué queremos los estudiantes venezolanos de nuestras autoridades universitarias?

Los estudiantes venezolanos nos encontramos en una situación difícil y compleja en el ámbito educativo. La crisis económica, social y política que vive el país ha afectado gravemente la calidad y el acceso a la educación superior. Los problemas de infraestructura, presupuesto, seguridad, transporte, alimentación y salud son algunos de los obstáculos que debemos superar para poder estudiar y formarnos como profesionales.

Ante este panorama, aspiramos a que nuestras autoridades universitarias nos brinden las condiciones necesarias para garantizar el derecho a la educación y el desarrollo integral de nuestras potencialidades. Queremos que nuestras autoridades universitarias se comprometan con la defensa de la autonomía, la democracia, la libertad y la pluralidad en el ámbito académico. Queremos que nuestras autoridades universitarias se pronuncien y actúen ante las dificultades y los desafíos que enfrentamos los estudiantes y los docentes en el contexto actual. Queremos que nuestras autoridades universitarias se solidaricen con las demandas estudiantiles y sociales por el mejoramiento de la calidad de vida y el fortalecimiento de la institucionalidad del país. Queremos que nuestras autoridades universitarias sean transparentes, eficientes y responsables en la gestión de los recursos y los servicios que ofrece la universidad. Queremos que nuestras autoridades universitarias fomenten la participación, el diálogo, el respeto y la convivencia entre los miembros de la comunidad universitaria. Queremos que nuestras autoridades universitarias promuevan la excelencia, la innovación, la investigación y la extensión en todas las áreas del conocimiento. Queremos que nuestras autoridades universitarias apoyen el intercambio, la cooperación y la integración con otras universidades nacionales e internacionales.

Estas son algunas de las expectativas que tenemos los estudiantes venezolanos de nuestras autoridades universitarias. Son expectativas legítimas, razonables y urgentes que merecen ser atendidas y satisfechas. Los estudiantes venezolanos somos el presente y el futuro del país, y tenemos el derecho y el deber de exigir una educación de calidad que nos permita contribuir al desarrollo nacional y al progreso humano.

Br. Alejandro Brito
Estudiante de RI Faces UC


Liderazgo Transformador para acompañar actuando: Factor clave en la gerencia universitaria

Mucho se ha dicho sobre el ejercicio del liderazgo universitario, sobre sus características y estigmas de tenor cultural. Nuestro modus de actuación nos ha hecho susceptibles a una percepción configurada socialmente sobre el liderazgo como hecho social que tiende, aún, a convalidar y reivindicar el liderazgo caudillista, de tenor autocrático, con derivaciones nefastas para la materialización de una ciudadanía universitaria que cuente con firme soporte en principios democráticos. Esto no es casual, pues, el país en general sufre del mismo mal y éste modela y/o delinea un sendero actitudinal por el cual solemos transitar todos. Así, el chisme y el rumor superan al debate abierto y respetuoso; el temor a la hegemonía se advierte como leitmotiv en la sustancia sensible de cada actor, y la adherencia absoluta, acrítica, prospera como modo de subsistencia en el fuero laboral. Nada es más lejano al perfil de un universitario, nada es tan pernicioso para la pluralidad, la tolerancia y para el ascenso de un cambio sólido que supere el discurso y se inserte con fuerza y potencia en las representaciones de los ciudadanos universitarios.

La acción transformadora genuina está absolutamente ausente en el caudillo, en la autoridad que aplasta, en quien promueve el miedo como instrumento para la “afiliación”. El acto de transformar a otros, a partir de sus potencialidades, debe pasar necesariamente por el tamiz del respeto, la consideración personal, la tolerancia, el consenso y la inclusión (racional y sensible). Transformar no puede convertirse en una entelequia maniatada por el discurso, por la emocionalidad intempestiva (que se agota rápido y produce una profunda sensación de vacuidad).

Quien ejerce el liderazgo transformador reconoce sus limitaciones y verifica en los otros fortalezas que adquieren valor a partir del principio de complementariedad relacional, por tanto, el líder que transforma no tiene la verdad como patrimonio, hace que la libertad individual y todos sus recursos consoliden una noción colectiva tan parecida a una certeza que instruya, en cada acto y circunstancia, legítimo y activo compromiso por parte de todos los integrantes de una comunidad. En este sentido, quien se atreve a transformar, se transforma en el mismo acto y activa fibras sensibles absolutamente beneficiosas para todo su entorno, pues, es capaz de liberar las fuerzas creativas contenidas en las personas y en sí mismo, haciendo que en el proceso todos se acompañen en un esquema de solidaridad activa que comienza a percibirse como un valor fundamental.

El liderazgo transformador es un instrumento de primer orden para gestar cambios orientados al progreso; permite construir acuerdos preservando, e incluso enarbolando, las diferencias; es, sin duda, una respuesta a la ecuación dinámica de la gerencia, en virtud de que fortalece la sustancia institucional y permite la recapitalización social, haciendo viable las propuestas de los actores, quienes se encontrarían conectados en una red efectiva de compromisos intrasgredibles por el avance sostenido y sostenible, aún en un entorno volátil.

Hoy tenemos una oportunidad maravillosa para ejercer el liderazgo transformador en la Universidad, para transformar transformándonos, y con ello convertir la solidaridad activa y el acompañamiento en procesos profundamente enriquecedores, erigiéndolos como catalizadores de una noción práctica, creativa y productiva para la gerencia universitaria.

Prof. Juan Montserrat


¿Qué futuro les espera a los jubilados universitarios en Venezuela? Una mirada crítica y solidaria desde la Universidad de Carabobo

Cómo lo he mencionado en anteriores entregas, la crisis económica que atraviesa Venezuela desde hace varios años ha afectado profundamente a todos los sectores de la sociedad. En este caso, especialmente haré énfasis en uno de los más vulnerables; los jubilados, y me referiré a aquellos que laboraron en instituciones universitarias. Esos trabajadores, que dedicaron su vida a la formación de generaciones de estudiantes, a manejar los procesos administrativos de la educación superior, o simplemente formaron parte del sostenimiento operativo de las universidades, hoy se ven sometidos a una situación de pobreza, precariedad y abandono por parte del Estado y de las propias instituciones a las que entregaron los mejores años de su vida.

Según el Observatorio de Universidades, el salario promedio de un trabajador jubilado del sector universitario oscila entre 5 y 49 dólares, el más bajo de Latinoamérica y el Caribe. Esto es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda y transporte, mucho menos para acceder a bienes y servicios de calidad. La inflación, que según el BCV alcanzó el 404% anualizada hasta junio de 2023, la más alta de Latinoamérica, mas una inestabilidad acentuada en el tipo de cambio del bolivar frente al dólar, ha erosionado cada vez más el poder adquisitivo de los jubilados, que ven cómo sus ingresos se vuelven insignificantes frente a una
escalada de precios permanente de los bienes y servicios en la economía nacional.

Este tema de la crisis en la economía nacional no es la única preocupación para los jubilados universitarios, también les toca enfrentarse al incumplimiento del pago de sus prestaciones sociales y sus intereses devengados, que son derechos adquiridos por su trabajo. Muchos jubilados han fallecido sin recibir lo que les pertenece, mientras que otros siguen esperando una respuesta. Y pareciera no haber dolientes desde las universidades.

Ante este panorama desolador, los jubilados universitarios tienen pocas opciones para sortear los embates de la crisis. Algunos han optado por emigrar a otros países, buscando mejores oportunidades y calidad de vida. Otros han recurrido a actividades informales o alternativas para generar ingresos adicionales, como la venta de comida, de enseres, de artesanías, ofreciendo servicios profesionales, cuidando niños o a otros adultos mayores, etc. La mayoría ha tenido que depender de la ayuda de sus familiares, amigos o instituciones solidarias, para poder subsistir.

Sin embargo, estas soluciones no son suficientes ni sostenibles en el largo plazo. Los jubilados universitarios merecen una vida digna y justa, acorde con su trayectoria y su aporte al desarrollo de nuestro país. Por eso, es necesario que practiquemos la empatía y nos movilicemos todos unidos en defender sus derechos y exigir al gobierno que cumpla con sus obligaciones. Puede sonar “comeflor”, pero; ¿Tenemos otra cosa que hacer?, pues no, entonces debemos agotar todas las vías y mecanismos establecidos en la ley, que nos permita recibir una respuesta concreta y positiva de parte del gobierno central. Ellos se lo merecen. Puede ser que no logremos nada, pero el acompañamiento a nuestros jubilados representa honrar su trayectoria y el agradecimiento será eterno.

Asimismo, es importante también que desde las universidades se fomenten mecanismos de apoyo y protección social para los jubilados, como programas de salud, alimentación, recreación y educación continua. En el tema de salud, por ejemplo, el UAMI de la Universidad de Carabobo, junto a Fopediuc, han desarrollado un esquema solidario de atención médica gratuita, dirigida principalmente a nuestros jubilados, en el cual se realiza el necesario chequeo prostático y cardiológico, acción esta que fija un precedente importante de lo que debe ser la creación de programas de apoyo a nuestros adultos mayores, mediante convenios con empresas privadas, que les permita tener acceso a la salud.

Por otra parte, los jubilados universitarios son un patrimonio humano invaluable para Venezuela. Su experiencia, conocimiento y sabiduría son un legado que no podemos perder ni despreciar. Por eso, debemos reconocer su valor y luchar por su bienestar. Solo así podremos honrar su memoria y su ejemplo.

Ellos tienen mucho que ofrecer a las instituciones universitarias en las que trabajaron. Su participación activa en la vida académica, laboral, cultural y social, puede enriquecer el ambiente universitario y fortalecer los vínculos entre las generaciones. Los jubilados universitarios pueden compartir sus conocimientos y experiencias con los estudiantes, obreros, administrativos y profesores activos, así como colaborar en proyectos de investigación, extensión, planta física, procesos administrativos y docencia. De esta manera, pueden seguir contribuyendo al desarrollo científico, tecnológico y humanístico del país, apoyando el sostenimiento de las universidades.

Asimismo, los jubilados universitarios son un baluarte para la defensa de la autonomía universitaria y la democracia en Venezuela. Su trayectoria les ha dado una visión crítica y comprometida con los valores universitarios y los derechos humanos. Su voz puede ser un referente moral y ético para la comunidad universitaria y sociedad venezolana en general, que necesitan recuperar la confianza en las instituciones y en sí mismas. Ellos pueden ser agentes de cambio y transformación social, siempre dispuestos a luchar por un futuro mejor para Venezuela.

No quiero concluir, sin hacer una reflexión final sobre la situación de los jubilados universitarios en Venezuela. Pienso que es una situación injusta e indigna, que no se corresponde con el mérito y el esfuerzo de estos trabajadores, que han dado tanto al país y a la educación.

Tengo la firme convicción de que es una situación que debe cambiar, pero que requiere de la voluntad política y social, no solo de los actores que representan al estado venezolano, sino también; de nuestras autoridades universitarias, que deben definir acciones concretas para garantizar los derechos y el bienestar de nuestros jubilados. Esta es una situación que nos interpela a todos, como ciudadanos, como universitarios, como seres humanos, por lo que nos invita a la solidaridad, a la empatía, a la otredad, al compromiso y sobre todo, a la acción en beneficio de nuestros compañeros de trabajo.

Al final del día, es una situación que podemos superar. El futuro de ellos y de nosotros mismos, porque en algún momento también seremos jubilados, depende de lo que hagamos hoy y si trabajamos juntos, lograremos los cambios necesarios para transformar esta realidad.

Prof. Robert Parga


La falacia del gran elector universitario en Venezuela: una creencia que debe ser superada

En la política universitaria venezolana, existe una creencia arraigada que otorga a ciertos actores el poder de determinar el resultado de las elecciones, ya sea para escoger autoridades, para orientar el rumbo de la institución o para movilizar a la opinión pública. A estos actores se les denomina los grandes electores universitarios, y se les supone una habilidad casi sobrenatural para manipular la voluntad de los votantes. Esta creencia se originó en algún momento de la historia, cuando efectivamente hubo grandes electores que ejercieron su influencia, pero hoy día, el contexto ha cambiado radicalmente.

Esta creencia se ha convertido en una falacia que no se corresponde con la realidad actual. La universidad venezolana ha sufrido una profunda transformación en los últimos años, y ya no hay un gran elector que pueda imponer su visión sobre el resto. Por el contrario, lo que hay es una pluralidad de visiones, intereses y expectativas que hacen más complejo y dinámico el escenario político universitario.

¿Qué factores han contribuido a desmontar la falacia del gran elector? En primer lugar, el desgaste natural de los actores políticos tradicionales, que llevan más de una década al frente de los procesos electorales universitarios, y que en algunos casos, les ha generado perdida en la credibilidad y legitimidad ante la comunidad universitaria. En segundo lugar, la pandemia del COVID-19, que ha afectado profundamente el funcionamiento de las universidades, y que ha generado nuevas demandas y necesidades por parte de los estudiantes, profesores, obreros y personal administrativo. Y en tercer lugar, la grave crisis económica y social que vive el país, que ha impactado negativamente en las condiciones de vida y de trabajo de los universitarios, y que ha obligado a muchos a emigrar o a buscar otras alternativas.

Estos factores han provocado un cambio en el perfil del elector promedio universitario, que ya no se deja seducir por las promesas vacías o por las consignas ideológicas de los supuestos grandes electores. Ahora, el elector universitario es más crítico, más informado y más exigente con sus representantes. Busca propuestas concretas, soluciones viables y resultados efectivos. Quiere una universidad más democrática, más participativa y más comprometida con el desarrollo del país.

Por eso, la falacia del gran elector universitario en Venezuela debe ser superada, desterrada. No hay un solo actor que pueda decidir el destino de la universidad. Lo que hay es una diversidad de actores que deben dialogar, negociar y consensuar para construir un proyecto colectivo que beneficie a todos. Actores con verdadera vocación de liderazgo, que nos ayuden a avanzar como universidad, desde lo personal hasta lo colectivo. Aquellos que tengan la capacidad de unirnos orientados a seguir objetivos que permitan alcanzar las metas establecidas desde las necesidades de cada miembro de la comunidad universitaria. El tiempo de los caudillos ha pasado, la historia reciente de nuestro país ha demostrado el daño que esta creencia ha causado. Por tanto, es necesario rectificar y avanzar, teniendo como premisa que la universidad es de todos, y entre todos debemos defenderla y transformarla para llevarla a buen puerto.

Prof. Robert Parga


CRISIS DE SALARIOS EN LA UC: ¿QUÉ HACER?

La crisis de salarios que afecta a los docentes, obreros y personal administrativo de la Universidad de Carabobo es una realidad que no podemos ignorar. Desde hace años, venimos sufriendo el deterioro de nuestras condiciones laborales y el incumplimiento de nuestros derechos contractuales. Nuestros ingresos son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de nuestras familias, mientras que el costo de la vida sigue aumentando. En muchos casos, se nos ofende cuando al pagarnos algún beneficio establecido en la convención colectiva, este no representa ni 1$ considerando el tipo de cambio vigente. Ejemplo de ello; es el bono del Día del Padre o la Madre.

Por otro lado, la inflación, la escasez, la inestabilidad del tipo de cambio, entre otros, son factores permanentes que agravan nuestra situación.

Ante este panorama, ¿qué podemos hacer para sortear la crisis? ¿Qué opciones tenemos para defender nuestra dignidad y nuestra profesión? Como profesor universitario, quiero compartir algunas ideas que pueden servirnos de orientación y apoyo.

  • La primera opción es la organización y la movilización. Debemos unirnos como gremio y como comunidad universitaria para exigir al Estado el cumplimiento de nuestras reivindicaciones. Debemos hacer valer nuestra voz y nuestra fuerza como agentes sociales y educativos. Debemos participar activamente en las asambleas y llamados que se convoquen para reclamar nuestros derechos. Siempre que sean bajo lo establecido en las leyes que regulan las acciones gremiales y respetando el derecho de los demás a disentir sobre nuestras acciones. Debemos además evitar la injerencia política en nuestra lucha, ya que debe naturalmente ser gremial, si queremos que se nos escuche.
  • La segunda opción es la formación y la actualización. Debemos aprovechar las oportunidades que nos ofrece la tecnología para acceder a cursos, talleres, seminarios y diplomados que nos permitan mejorar nuestras competencias y ampliar nuestros conocimientos. Debemos estar al día con las tendencias y los avances en nuestras áreas de especialización. Debemos buscar alianzas con otras universidades, instituciones y organizaciones que nos ofrezcan becas, intercambios o convenios para capacitarnos y crecer profesionalmente.
  • La tercera opción es la diversificación y la innovación. Debemos explorar otras fuentes de ingreso que complementen nuestro salario. Debemos aprovechar nuestros talentos, habilidades y experiencias para ofrecer servicios o productos que generen valor agregado. Debemos ser creativos y emprendedores para crear o participar en proyectos que nos permitan obtener beneficios económicos o sociales. Debemos adaptarnos a las nuevas demandas del mercado laboral y a las necesidades de nuestra sociedad. En este aspecto siempre doy el ejemplo de lo resiliente y emprendedor que es el venezolano frente a la crisis, ya que en los peores momentos, siempre logramos una salida. El sector alimentos, que siempre da buenas opciones para emprender, es la referencia más clara de lo que expongo.
  • La cuarta opción es la solidaridad y la cooperación. Debemos apoyarnos entre nosotros como colegas y como compañeros. Debemos compartir recursos, información y consejos que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida. Debemos colaborar con iniciativas solidarias que busquen aliviar las dificultades de los más vulnerables. Debemos contribuir con el desarrollo de nuestra universidad y de nuestro país.
  • La quinta opción es la esperanza y la resistencia. Debemos mantener vivo nuestro espíritu universitario y nuestro compromiso con la educación. Debemos seguir luchando por nuestros sueños y por nuestros ideales. Debemos preservar nuestra identidad y nuestra cultura como universitarios carabobeños. Debemos creer en nuestro potencial y en nuestro futuro.

Estas son algunas opciones que podemos recurrir para sortear la crisis que nos afecta como docentes, obreros y personal administrativo de la Universidad de Carabobo. No son las únicas ni las mejores, pero pueden servirnos de inspiración y motivación. Lo importante es no rendirnos ni resignarnos ante la adversidad, sino buscar soluciones y alternativas que nos permitan seguir adelante con dignidad y orgullo.

Por último, debemos hacer comprender a quienes dirigen nuestros destinos en la institución, que somos parte de un todo, que los involucra eventualmente. Los cargos de gerencia universitaria son transitorios, y al final del día, pasarán a formar parte de ese todo que se ve afectado por la crisis económica nacional. Por ello, es importante que comprendan que la empatía es un recurso pleno que pudieran ejercer frente a los pares que no estamos en posiciones privilegiadas. Esas prácticas de suspensión de sueldos, montaje de expedientes, despidos justificados a la luz de ausencias, despidos injustificados, jubilaciones por oficio, etc., deben cesar en virtud de una cruda realidad que nos limita a trasladarnos a nuestros puestos de trabajo y cumplir con nuestras responsabilidades, como en un pasado, menos complicado, lo hacíamos con eficiencia, eficacia y sobre todo, mucha responsabilidad y sentido de pertenencia. Evaluar cada caso particular y buscar la mejor salida a la situación, es una obligación y más que eso, es un derecho de quienes han dedicado años de su vida a mantener abierta las puertas de la UC.

Es cruel el trato de quienes desconociendo a que se enfrenta cada universitario, aún así, proceden de forma indolente a juzgarlo y condenarlo mediante acciones que comprometen aún más su grave situación, afirmando que su comportamiento se explica por la flojera o la viveza criolla. No negaré que hay casos de esos, pero son la excepción y no la regla, porque los universitarios siempre nos hemos caracterizados por ser comprometidos con nuestra Alma Mater y desprendidos de lo material, dándole prioridad a lo laboral y a los intereses espirituales de la comunidad ucista.

En virtud de ello, deben aplicar la otredad, como principio de una acción más empática con nuestros pares de la Universidad de Carabobo.

Solo unidos lo lograremos. ¡Sigamos avanzando!.

Prof. Robert Parga


IPAPEDI: INTELECTO y MORAL

La diferencia entre lo que se dice y lo que se es, es lo que se hace.
Desde una perspectiva lato sensu*, el comportamiento y el desempeño constituyen la *acción y, por consiguiente, los hechos.
El filósofo, matemático y escritor británico Bertrand Russell nos dejó un amplio y denso legado de intelectualismo moral.
En una oportunidad, en la que fue entrevistado, le preguntaron: ¿Qué recomendaría y aconsejaría a las futuras generaciones?
Respondió que prefería recomendar y aconsejar en dos vertientes: una intelectual y la otra moral.
Refiriéndose a lo intelectual dijo: “cuando estés estudiando o considerando cualquier tema, solo pregúntate a ti mismo: ¿Cuáles son los hechos? ¿Cuál es la verdad que los hechos arrojan? Y nunca te dejes desviar, bien sea por lo que deseas creer, o bien por lo que crees que te traería beneficios al ser creído”. E insistía, “observa y presta atención a cuáles son los hechos”.

Refiriéndose a lo moral, lacónicamente expresó: “el amor es sabio, el odio es tonto”.

Está claro que el Dr. Russell, quien predicaba y practicaba la razón y la pasión, nos recomendaba que, intelectualmente, era muy importante diferenciar las suposiciones emanadas del mundo mental, de los hechos acontecidos en el mundo real.
En cuanto a lo moral señalaba la necesidad de que la tolerancia rigiera la interacción humana, porque las relaciones interpersonales serían crecientemente interdependientes.
Aconsejaba que era irremediable aceptar el hecho de que ningún individuo era “monedita de oro” para ser anhelado y querido por todos. Así, entonces, añadía: “hay que vivir con sabiduría tolerante y no morir con la carga de ser tontos intolerantes.

Es incontrovertible que los profesores UCistas vivimos una Emergencia Humanitaria Compleja. La EHC se constituyó en una bujía emocional que puso en marcha y alineó a un considerable número de profesores en el propósito de lograr el renacimiento de nuestro instituto de previsión y ahorro.
A lo largo de año y medio hemos venido parafraseando las recomendaciones que nos legara Bertrand Russell. En efecto, cuando estudiamos a IPAPEDI como problema, desde la perspectiva del pensamiento crítico, nos interrogamos: ¿Cuáles son los hechos? ¿Y qué verdades revelan esos hechos?.

A la pregunta sobre los hechos, nos respondimos: hay cinco (5) de ellos que sería imposible no palparlos, no verlos, ni sentirlos en el actual contexto del Ipapedi. A saber:

  1. Hace ya cinco años (5) que Ipapedi no paga dividendos, ni entrega el tradicional obsequio navideño a los profesores miembros del instituto.
  2. El derecho a retiro de ahorros o haberes, consagrado en el Estatuto del instituto, sigue conculcado.
  3. La otrora amplia política crediticia se redujo, únicamente, al otorgamiento de un crédito personal equivalente a 90 bolívares. Vale decir, un monto menor a tres (3) dólares.
  4. La “política de seguridad social” está enganchada al negocio del sistema polizario, que consiste en una “alianza estratégica” entre Seguros Caracas, CoberGroup e Ipapedi a los fines de ofrecer una póliza de HC que, dicho sea de paso, el 90% de los profesores no podemos pagar.
  5. En el mal llamado proyecto recreacional Chichiriviche se vació un (1) millón de dólares, que apenas alcanzó para el levantamiento de una estructura de seis (6) pisos que, después de seis (6) años, ha quedado expuesta y a merced del salitre siendo hoy la causa de una patología estructural, altamente corrosiva y destructiva.

Siguiendo a Bertrand Russell, los antes señalados cinco (5) hechos, puros y duros, conducen a la siguiente interrogante:
¿Qué verdades nos revelan esos hechos?
La verdad es una especie de vértice en el que convergen lo que se piensa, dice y hace, y la realidad.
A nuestra manera de ver, si todos los elementos negados por la práctica del Ipapedi de hoy, existieran, estaríamos en presencia de un verdadero Instituto de previsión social; pero como lo que existe no es más que su negación, debemos concluir que el antiguo Ipapedi, en su carácter de instituto de previsión, ha sido prácticamente desaparecido, y lo que hoy existe es más que todo otra cosa, distinta a lo que fue y ya no es. Esa es la verdad.

No obstante, en esta hora aciaga de la caja de ahorro, moral e intelectualmente nos preguntamos:
¿Qué queda entonces de nuestra parte?
Obligar el renacimiento de Ipapedi como imperativo moral y hacerlo con el intelecto de todos los profesores UCistas es lo inteligente y responsable.

¡Sabemos cómo hacerlo y sin excusas!

¡En IPAPEDI Elecciones YA!

Víctor Reyes Lanza | 24-09-2023


La Universidad Venezolana: Legítimo espacio de cambio para el país que queremos

El incremento sostenido de la crisis nacional hace ineludible la acción universitaria con vocación práctica y con sentido ético. No cabe duda de que los ciudadanos siguen viendo en las universidades una opción de superlativo valor para la generación de ideas novedosas que sustancien las actuaciones necesarias para brindar plataforma sólida al progreso y a los cambios necesarios. En este sentido, se impone consolidar una noción renovada de la universidad que estimule la integración de todas las capacidades en un contexto de pluralidad y universalidad que reivindiquen el sentido filosófico de la institución universitaria. Este objetivo exige crear los escenarios de estímulo a los universitarios, que brinden garantías a las acciones creativas, con un sentido claro, práctico y sostenible de democracia y participación de sus integrantes. Al respecto, es importante destacar el rol de las cátedras y las formas libres de asociación de todos los universitarios como ejes axiales para la liberación de las capacidades individuales, pues, el entorno de integración que se propone ahora debe pasar por el tamiz del consenso, el debate productivo y una noción diáfana y firme de solidaridad activa que permita superar visiones sectarias y de hermetismo gerencial que tanto daño han hecho a la institución, en particular, y al país en general.

En un nuevo escenario, orientado al progreso, la universidad debe establecer acuerdos sólidos y de carácter productivo con sus aliados naturales, vale decir, las instituciones del Estado, las empresas y las comunidades organizadas, para lo cual es necesario acompañar todas las propuestas que surjan de sus integrantes, teniendo como estandarte la inclusión, y como imperativo operativo la consolidación colectiva de estrategias para viabilizar las ideas.

Hoy, estamos gestando, con pasos firmes, todo un movimiento universitario dirigido a dar ejecución efectiva a este plan de activación socio productiva de la universidad, pues, nosotros los universitarios NO DEJAREMOS AL PAÍS SIN OPCIONES.

Quien escribe, declara por esta vía su militancia indubitable y comprometida con la universidad y el país que todos tenemos en mente, donde todos tenemos algo que aportar y en el cual debe ser un IMPERATIVO ÉTICO consultar e integrar para que podamos hacer sostenibles los compromisos que abran un sendero de garantías prácticas para las próximas generaciones.

Tenemos un país maravilloso que puede y debe superar el escollo, por tanto, cada ciudadano, cada universitario y cada idea adquieren un valor de profundo contenido filosófico. Es el momento de ser agentes activos y sensibles ante las demandas de la universidad y del país, al cual nos debemos plenamente.

Prof. Juan Montserrat


Una Visión Estadística de las Elecciones en la UCV

Las elecciones de autoridades universitarias en la Universidad Central de Venezuela (UCV), realizadas el pasado 30 de junio de 2023, ha sido un acontecimiento importante para la comunidad académica del país. Se trata de las primeras elecciones que se realizan en una de las 5 principales casas de estudios superiores en Venezuela, después de unos largos 15 años, lo cual implica un avance en el ejercicio de la democracia y la participación universitaria, además de una luz en el camino para todos los que representamos a esa generación que las circunstancias sobrevenidas les arrebató la aspiración de hacer una carrera política en la gerencia universitaria.

Los resultados de estas elecciones, mas allá de la emoción que nos embarga, mostraron una clara diversidad de opiniones y preferencias entre los diferentes sectores que conforman la universidad: profesores, estudiantes, administrativos, obreros y egresados. También mostraron que hay varios elementos que destacar para hacer una correcta lectura de las implicaciones que sobre la tan ansiada representatividad ha generado. El más importante en mi opinión, es el que según el Reglamento Transitorio aprobado por la Comisión Electoral de la UCV, refiere que estos sectores tienen distintos pesos según un factor de conversión definido.

Teniendo en cuenta lo anterior, y considerando solo los resultados para el cargo de Rector, voy a permitirme valorar los resultados de estas elecciones, a la luz de la estadística. Comencemos.

Estas elecciones se definieron en una segunda vuelta, luego de que en la primera ronda ninguno de los seis candidatos obtuviera la mayoría absoluta requerida. El ganador fue el profesor Víctor Rago, antropólogo y exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, quien se impuso con el 51,5% de los votos válidos sobre el profesor Humberto Rojas, lingüista y exdirector de la Escuela de Letras, que obtuvo el 48,5%.

Sin embargo, estos porcentajes no reflejan el peso real de cada sector de la comunidad universitaria en el proceso electoral, ya que el sistema de votación establece, como lo dije antes, un factor de conversión según el tipo de votante: los profesores tienen un valor de 1:1 (100%), los estudiantes de 4:1 (25%), los administrativos y obreros de 10:1 (10%) y los egresados de 20:1 (5%). Esto significa que no todos los votos tienen el mismo valor y que algunos sectores tienen más influencia que otros en el resultado final.

De acuerdo con los datos publicados por la Comisión Electoral de la UCV, el profesor Rago obtuvo 7.638 votos totales, distribuidos así: 1.130 de profesores, 2.550 de estudiantes, 808 de administrativos, 340 de obreros y 2.810 de egresados. Por su parte, el profesor Rojas obtuvo 7.195 votos totales, repartidos así: 1.385 de profesores, 2.875 de estudiantes, 231 de administrativos, 49 de obreros y 2.655 de egresados.

Si aplicamos el factor de conversión a estos votos, obtenemos que el profesor Rago consiguió 3.145 votos ponderados, mientras que el profesor Rojas logró 3.057 votos ponderados. La diferencia entre ambos fue solo de 88 votos ponderados, lo que muestra lo reñido que estuvo el proceso.

Además, podemos observar que el sector que más apoyó al profesor Rago fue el de los egresados, con 1.405 votos ponderados (44,6% del total), seguido por el de los profesores, con 1.130 votos ponderados (35,9% del total). En cambio, el sector que más respaldó al profesor Rojas fue el de los estudiantes, con 1.718 votos ponderados (56,2% del total), seguido también por el de los profesores, con 1.385 votos ponderados (45,3% del total).

Esto revela que hubo una división entre los sectores más representativos de la universidad: los egresados y los profesores se inclinaron mayoritariamente por el profesor Rago, mientras que los estudiantes lo hicieron por el profesor Rojas. Los administrativos y obreros tuvieron una participación menor y también se dividieron entre ambos candidatos.

Según los mismos datos de la Comisión Electoral de la UCV, el profesor Rago obtuvo 808 votos de administrativos y 340 de obreros, mientras que el profesor Rojas obtuvo 231 votos de administrativos y 49 de obreros. Si aplicamos el factor de conversión, obtenemos que el profesor Rago consiguió 80,8 votos ponderados de administrativos y 34 de obreros, mientras que el profesor Rojas logró 23,1 votos ponderados de administrativos y 4,9 de obreros.

Esto significa que el profesor Rago tuvo un mayor apoyo entre los administrativos y obreros que el profesor Rojas, con una diferencia de 57,7 votos ponderados y 29,1 votos ponderados respectivamente. Sin embargo, estos sectores tuvieron una participación muy baja en el proceso electoral, tanto en términos absolutos como relativos, lo cual queda evidenciado en La determinación de la participación porcentual real.

Para calcular la participación porcentual real de cada sector, dividí el número de votos ponderados de cada sector entre el número total de votos ponderados emitidos. El número total de votos ponderados emitidos fue de 6.202, que se obtiene sumando los votos ponderados del profesor Rago (3.145) y del profesor Rojas (3.057). Así, la participación porcentual real de cada sector fue la siguiente:

  • Profesores: 2.515 votos ponderados / 6.202 votos ponderados * 100% = 40,60%.
  • Estudiantes: 3.243 votos ponderados / 6.202 votos ponderados * 100% = 52,30%.
  • Administrativos: 103,9 votos ponderados / 6.202 votos ponderados * 100% = 1,70%.
  • Obreros: 38,9 votos ponderados / 6.202 votos ponderados * 100% = 0,60%.
  • Egresados: 3.060 votos ponderados / 6.202 votos ponderados * 100% = 4,90%.

Esto muestra que los sectores más representativos fueron los profesores y los estudiantes, con más del 90% de la participación porcentual real. Los administrativos y obreros tuvieron una participación muy baja, ya que en conjunto, obtuvieron menos del 3% de la participación porcentual real. Los egresados tuvieron una participación moderada, con casi el 5% de la participación porcentual real.

Otros datos importantes que desprenden del análisis, es que se observa que en términos generales los profesores fueron el sector que más participó en las elecciones, con un 62% de votación respecto al total de sufragantes habilitados en el padrón electoral. Por otro lado, los estudiantes fueron el sector que menos participó en las elecciones, con apenas un 14% de votación. Los votos nulos fueron un 1,16% y los blancos; 0,69%. La abstención fue de 82,64%.

En conclusión, las elecciones en la UCV fueron un buen termómetro de la situación y las tendencias de la universidad venezolana de cara al futuro, que evidenció la inexistencia de una verdadera representatividad electoral de algunos sectores de la comunidad universitaria y mucha abstención. Estos resultados electorales, también dejaron al desnudo una diversidad de opiniones y diferencias entre los sectores de la comunidad universitaria, pero quedó claro, que a pesar de las discrepancias, todos comulgan en torno a la importancia de la universidad como un espacio de debate, de conocimiento y de cambio social. Estas elecciones son un precedente para las que se realizarán en otras universidades autónomas del país, tal como las de la Universidad de Carabobo, donde se espera que se presenten los mismos escenarios y desafíos. Por ello, es necesario que los actores universitarios mantengan su participación activa y constructiva, y que fortalezcan su identidad y su pertenencia a la universidad.

Es tarea de quienes estamos al frente del gobierno universitario y los liderazgos sectoriales, promover la participación masiva de nuestros votantes, evitar incurrir en situaciones que por acción u omisión, generen irregularidades que terminen empañando este proceso electoral, por demás; legítimo y necesario, y consensuar las decisiones incorporando activamente a todas las partes interesadas en que nuestra universidad renueve sus autoridades rectorales y decanales. De los errores en la UCV, debemos aprender para avanzar con pie firme. ¡Manos a la obra!.

Prof. Robert Parga


Gestionar una facultad bajo el contexto de un mundo lleno de tecnologías disruptivas

La educación superior se enfrenta a un gran desafío en el siglo XXI: adaptarse a las demandas de un mundo cada vez más digitalizado, globalizado y competitivo. Las tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la Biotecnología, la tecnología Blockchain o la Nanotecnología, están transformando todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el laboral, el social y el cultural. Estas tecnologías ofrecen nuevas oportunidades, pero también plantean nuevos riesgos y desafíos para las instituciones educativas, que deben preparar a sus estudiantes para afrontarlos.

¿Cómo gestionar una facultad bajo este contexto? En mi opinión, se requieren al menos tres acciones clave: innovar, colaborar y anticipar.

Innovar: La innovación es la capacidad de crear valor a partir de nuevas ideas, productos o servicios. Las facultades deben fomentar la innovación en sus procesos educativos, investigativos y administrativos, aprovechando las ventajas que ofrecen las tecnologías disruptivas. Por ejemplo, se pueden utilizar plataformas digitales para facilitar el aprendizaje personalizado, flexible y colaborativo; se pueden desarrollar proyectos interdisciplinarios que integren diferentes áreas del conocimiento y que resuelvan problemas reales de la sociedad; se pueden implementar sistemas de gestión inteligentes que optimicen los recursos y mejoren la calidad.

Colaborar: La colaboración es la capacidad de trabajar en equipo con otros actores, tanto internos como externos, para lograr objetivos comunes. Las facultades deben promover la colaboración entre sus docentes, estudiantes, egresados y personal administrativo y obrero, así como con otras instituciones educativas, empresas, organizaciones sociales y entidades gubernamentales. Por ejemplo, se pueden crear redes académicas que compartan experiencias, recursos y buenas prácticas; se pueden establecer alianzas estratégicas que generen sinergias y beneficios mutuos; se pueden participar en iniciativas que contribuyan al desarrollo sostenible de la región y del país.

Anticipar: La anticipación es la capacidad de prever los cambios y las tendencias que afectan al entorno y al futuro. Las facultades deben anticiparse a las necesidades y expectativas de sus estudiantes, de sus empleadores y de la sociedad en general, adaptando sus planes de estudio, sus líneas de investigación y sus servicios a las demandas del mercado y a los desafíos globales. Por ejemplo, se pueden incorporar competencias transversales que potencien el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación y la resolución de problemas; se pueden enfocar las investigaciones hacia temas emergentes y relevantes para el bienestar humano; se pueden ofrecer servicios que agreguen valor y que satisfagan las necesidades de los usuarios.

En conclusión, gestionar una facultad bajo el contexto de un mundo lleno de tecnologías disruptivas implica adoptar una visión estratégica, dinámica y proactiva, que permita aprovechar las oportunidades, enfrentar los riesgos y generar impacto positivo en la sociedad. Para ello, se requiere innovar, colaborar y anticipar como acciones clave.

Prof. Robert Parga


¿Qué pasa en nuestras universidades?

Las universidades venezolanas atraviesan una de las peores crisis de su historia, que amenaza su calidad, pertinencia y autonomía. El deterioro de la infraestructura, la falta de presupuesto, la deserción estudiantil y docente, la deserción de personal administrativo y obrero, la violación de la normativa legal y la escasa producción científica son algunos de los problemas que afectan a nuestras instituciones, que son fundamentales para el desarrollo del país.

Según el informe de país sobre la educación superior elaborado por la Comisión Nacional de la UNESCO (2022), Venezuela tiene una tasa bruta de matriculación universitaria del 83%, lo que la ubica en el quinto lugar a nivel mundial. Sin embargo, este indicador no refleja la calidad ni la pertinencia de la oferta académica, ni tampoco el rendimiento ni la graduación de los estudiantes.

De acuerdo con el reporte mensual del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (2022), la tasa de deserción anual universitaria es del 8,02%, mientras que en carreras técnicas y tecnológicas se presenta una cifra aún más alta, llegando al 13,39%. Estas cifras se explican por la crisis de los servicios estudiantiles, las dificultades económicas, la inseguridad y la migración forzada.

Asimismo, el mismo informe señala que el 36% de los incidentes registrados en octubre de 2021 tienen que ver con las restricciones presupuestarias que han afectado de manera severa el deterioro de las infraestructuras, la incapacidad de reparación y reposición que convierten las instalaciones en lugares inseguros y la inviabilidad de las clases de manera presencial. La precaria asignación de recursos para el mantenimiento y recuperación de espacios universitarios, han dejado a su suerte espacios que en otrora eran comunes para el esparcimiento e intercambio de ideas de la comunidad universitaria.

Otro aspecto preocupante es la baja producción científica y tecnológica que se ha generado en nuestras universidades, que se traduce en una escasa participación en revistas indexadas, proyectos de investigación e innovación, patentes y transferencia de conocimiento. Según el estudio realizado por Ganga-Contreras (2020), las universidades públicas dependen para su funcionamiento de tres fuentes de financiamiento: los aportes del Estado, las donaciones de entes privados y los ingresos propios. Sin embargo, más del 90% del presupuesto total proviene de los fondos públicos, lo que limita la capacidad de generar recursos propios a través de actividades como consultorías, prestación de servicios, alianzas estratégicas o cobro de aranceles.

Ante este panorama desolador, es necesario plantear alternativas que permitan a nuestras universidades recuperar su rol protagónico en la sociedad y contribuir al desarrollo nacional.

Algunas propuestas deberían ser:

  • Fortalecer el marco legal que garantice el respeto a la autonomía universitaria, el derecho a la educación y la participación democrática en la gestión académica y administrativa.
  • Diversificar las fuentes de financiamiento mediante la generación de ingresos propios, el establecimiento de convenios con el sector productivo y social, el fomento de la cooperación internacional y el cobro diferenciado y solidario de aranceles.
  • Mejorar la calidad y pertinencia de la oferta académica mediante la actualización curricular, la incorporación de tecnologías educativas, el fortalecimiento de la investigación y la innovación, y la vinculación con las necesidades del entorno.
  • Promover el bienestar estudiantil, personal docente, administrativo y obrero, mediante el mejoramiento de los servicios básicos, el otorgamiento de becas y estímulos, la creación de redes de apoyo y orientación, y la garantía de condiciones laborales dignas, que incluya un salario integral que les permita vivir decentemente cubriendo las necesidades de todos los miembros de sus familias.

Nuestras universidades tienen un gran potencial para superar esta crisis y convertirse en agentes de cambio social. Para ello, se requiere un compromiso colectivo entre todos los actores involucrados: autoridades, profesores, estudiantes, administrativos, obreros, egresados y sociedad civil. Solo así se podrá rescatar el valor público y social de las Unive. Por mi parte, pienso que la universidad venezolana está entrando en una nueva etapa, que significará cambios sustanciales en el futuro al corto plazo, por lo que no pierdo la fe de que encontraremos el camino correcto para ser nuevamente referencia académica en el mundo entero.

Nuestras universidades tienen un gran potencial para superar esta crisis y convertirse en agentes de cambio social. Para ello, se requiere un compromiso colectivo entre todos los actores involucrados: autoridades, profesores, estudiantes, administrativos, obreros, egresados y sociedad civil. Solo así se podrá rescatar el valor público y social de las Unive. Por mi parte, pienso que la universidad venezolana está entrando en una nueva etapa, que significará cambios sustanciales en el futuro al corto plazo, por lo que no pierdo la fe de que encontraremos el camino correcto para ser nuevamente referencia académica en el mundo entero.

Prof. Robert Parga