Como ya se sabe, el próximo mes de noviembre se tiene previsto realizar las elecciones de autoridades universitarias en la Universidad de Carabobo (UC), luego de 15 años sin un proceso electoral. Sin embargo, este proceso se ve amenazado por la posible suspensión jurisdiccional, debido a un recurso de nulidad interpuesto por algunos actores de la comunidad universitaria ante la sala electoral del TSJ. El motivo de este recurso es que no se ha buscado previamente un consenso entre los distintos sectores que hacen vida en nuestra Alma Mater. Así, nos encontramos en una situación donde algunos se sienten vulnerados en sus derechos electorales y desean que el proceso no continúe, y otros, entre los que me incluyo, que apostamos a tener al fin un proceso electoral que nos permita ocupar espacios gerenciales en nuestra universidad, ya que por años se nos ha arrebatado este derecho por el interés oscuro de algunos que no quieren que la universidad se legitime, esos mismos que le temen a la autodeterminación de la cual goza. Si desde el principio hubiéramos alcanzado verdaderos acuerdos en torno al llamado a elecciones en la UC, hoy no estaríamos deshojando la margarita en el balcón de las esperanzas.
Por otro lado, la discusión no se basa solamente en hacer elecciones, sino también en definir un candidato único que represente los intereses y las aspiraciones de todos los que hacemos vida en la UC. El universitario está cansado de la confrontación, no quiere más enfrentamientos políticos que persiguen hacerse con la mayor cuota de poder, al propio estilo de los reyes de la edad media que provocaban guerras para hacerse con los feudos y castillos de sus adversarios. Por el contrario, aspira a que quienes tienen la intención de dirigirlo muestren un interés superior a sus intereses personalistas, aquel que busca el beneficio del colectivo. Por eso, la gran mayoría apuesta a que una vez por todas se logre el tan ansiado acuerdo que destranque el juego político en la Universidad de Carabobo y se pueda llevar unas elecciones a feliz término.
Ayer, nuestra selección de fútbol mayor, la vinotinto, dio muestras de que el consenso también se puede aplicar al ámbito deportivo, especialmente a esta disciplina deportiva, que se ha convertido en una pasión nacional. El triunfo histórico de ayer es ejemplo de ello. Ganamos ante Chile por 3-0 en las eliminatorias al Mundial 2026, siendo la primera vez que Venezuela le gana por esa diferencia de goles y la segunda vez que lo hace en su historia. El resultado fue fruto del trabajo en equipo, la entrega, la disciplina, la confianza y sobre todo; los acuerdos.
La selección venezolana demostró que con consenso se pueden lograr grandes cosas. El técnico Fernando «Bocha» Batista supo armar un grupo cohesionado, con jugadores comprometidos y con talento. Para ello, la Federación Venezolana de Fútbol jugó un papel fundamental, ya que permitió la autodeterminación del equipo, donde cada uno estuvo de acuerdo en las responsabilidades del otro y en el aporte que debían hacer como conjunto para alcanzar el éxito. Por ejemplo, el capitán Salomón Rondón fue el líder dentro y fuera de la cancha, anotando el segundo gol con una magistral definición a pase de Soteldo, con lo cual celebraba su centésima participación con la camiseta vinotinto. Su responsabilidad recayó en mostrar la fortaleza y el empuje en la delantera, cosa que hizo con una exquisitez inigualable. Los demás integrantes del equipo también aportaron su granito de arena, desde los experimentados hasta los debutantes, hicieron que el juego fluyera equilibradamente, encajando cada pieza a la perfección, lo que le dio una sensación de armonía y vistosidad que no se había visto antes.
Una de las más destacadas fue Jefferson Soteldo, quien marcó el primer gol ante pase del brujo Martínez. Soteldo, quien juega como centrocampista en el Santos F.C. del Campeonato Brasileño de Serie A, mostró su habilidad, velocidad y desequilibrio durante todo el partido. Fue un dolor de cabeza para la defensa rival y un socio perfecto para Rondón y Machís en el ataque. Soteldo, además de ser el motor que construye las opciones de gol en la selección, es uno de los referentes de esa nueva generación de futbolistas venezolanos que se ilusionan con clasificar al primer Mundial de su historia. Es una pieza fundamental para alcanzar los acuerdos para el ataque en el dibujo táctico del director técnico.
Esta magistral presentación de todos ellos, demuestra que el consenso y el triunfo son dos conceptos que se relacionan entre sí. Sin consenso no hay triunfo posible, y sin triunfo no hay consenso duradero. El fútbol nos ha dado lecciones de cómo se puede alcanzar el consenso y el triunfo con esfuerzo, dedicación y voluntad. Ojalá que este ejemplo sirva para inspirar a la universidad y demás sectores de la sociedad venezolana, que tanto lo necesitan.
Por último, quiero aclarar que el consenso no es un cliché político como algunos lo han querido hacer ver, por el contrario, es la capacidad que tenemos como sociedad de llegar a acuerdos mediante el diálogo, el respeto y la tolerancia. Es un valor fundamental para la convivencia pacífica y el desarrollo social. En tiempos de polarización y confrontación, el consenso se hace más necesario que nunca. Por eso, el ejemplo de nuestra vinotinto, debe ser tomado como una referencia para el resto del país, si verdaderamente estamos interesados en alcanzar el bienestar para todos y lograr el éxito.
¡Arriba nuestra vinotinto!
Seguimos avanzando.
Prof. Robert Parga